SU RAZÓN
DE SER
-1°) En las
empresas, se sabe ya que un ingeniero muy
competente en su dominio pierde mucho de su
eficacia si posee un «mal
carácter», si es incapaz de
trabajar en equipo, si practica en su favor la
retención de información, en fin si
no puede establecer buenas relaciones con sus
colegas, la jerarquía o los
clientes.
Esto es mucho
más verdadero para un docente.
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Todas las
competencias que su formación de
ingeniero en técnicas educativas le
darán no le serán de ninguna
utilidad si no posee una experiencia real
de la relación. Puesto que, si bien
las competencias técnicas del
ingeniero no son verdaderamente puestas en
cuestión por la cualidad de su modo
de relación, para el docente lo que
está concernido es el proceso mismo
de su trabajo de enseñanza y de
transmisión de conocimientos, en la
medida en que no hay información
sin relación.
Mientras nos
mantengamos en un modelo de aprendizaje
según el cual el docente que posee
el saber no tendría sino que
vertirlo sobre el alumno, el docente no es
sino un vaso intermediario. ¡El
profesor aprende la geografía,
luego a su turno enseña la
geografía al alumno!
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-2°) Hemos visto que
Rosita, Brigitte, Dora, Fransisco y yo mismo
teníamos una representación personal
de las matemáticas y que ella nos
había dado un sentido que motivaba nuestro
interés por esta disciplina. Esta
representación es pues necesaria pero ella
está ligada a nuestra historia personal, y
la mayor parte del tiempo no nos damos cuenta de
esto.
El
riesgo está en imponerla con toda
buena conciencia a los alumnos y
obstaculizar así el sentido que
ellos puedan darle.
Si la mayoría del
tiempo el papel del docente es el de apoyarse sobre
la representación del alumno, puede ser
necesario a veces hacer evolucionar algunas de
ellas cuando obstaculizan el
aprendizaje.
En efecto, así como el
docente debe saber apreciar en sí mismo los
aspectos subjetivos de su disciplina, sin buscar
por tanto eliminarlos, puede ser llevado a hacer
tomar conciencia a algunos de sus alumnos de lo que
en ellos obstaculiza eventualmente su deseo de
aprender.
Si la mayoría del
tiempo el papel del docente es el de apoyarse sobre
la representación del alumno, puede ser
necesario a veces hacer evolucionar algunas de
ellas cuando obstaculizan el
aprendizaje.
LOS MEDIOS DE
ESTA FORMACIÓN PERSONAL
LA
APARICIÓN DEL «YO».
Reunir diez o doce
practicantes de un Centro Pedagógico
Regional no es cosa fácil. Quizá por
razones materiales: dispersión, distancia...
pero igualmente porque no hay de su parte demanda
aparente:
«A nadie
le importa lo que enfrentamos, entonces hacemos lo
que podemos».
Por el contrario, si
alguien se preocupa por ellos, muy pronto ellos dan
cuenta del aislamiento en que se encuentran y
manifiestan su necesidad de
expresarse.
Poco importa que uno
les proponga o no un tema. Muy rápidamente
el tema de discusión se desvía. Claro
está, en estas reuniones todos somos
docentes y el abordaje de los problemas siempre es
al comienzo muy racional, muy intelectual. Pero con
el tiempo, algunas frases comienzan por
«yo».
Estos grupos de
discusión permiten ya a aquellos que
allí participan darse cuenta de que no son
los únicos en plantearse preguntas, en tener
dificultades con algunos alumnos.
Poder hablar de lo que
ellos viven realmente como fracasos personales abre
la puerta hacia un primer trabajo de
aseguramiento.
Estas discusiones
pueden brindar ya la ocasión de un
acercamiento a las
«representaciones», sea
de la materia enseñada, sea de la
manera de concebir la
enseñanza.
A veces, uno de los
participantes llega incluso a contar una
experiencia personal, una dificultad con
un alumno. Es entonces el momento de darse
cuenta de que es posible hablar de
sí - y sin peligro. ¿Ser
docente (de español en particular,
pero también de otras materias) no
es tratar de favorecer una cierta
expresión en los alumnos?
Expresión intelectual ciertamente,
pero también personal, la una
subtendiendo la otra (¿si no,
qué es?)
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"ELLOS" NUNCA
RESPONDEN
«Siempre es
él el que habla>>; «uno se
corta la palabra todo el tiempo»,
«¿por qué no hablas?»,
«te escuchamos», «¿por
qué no respondes?».
Frases que se escuchan
repetidamente y que evidentemente remiten a lo que
puede ocurrir en una clase.
Los docentes en efecto se
sorprenden al ver que las preguntas que plantean a
sus alumnos permanecen sin respuesta, incluso
cuando estos la conocen.
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Hacer
tomar conciencia de la paradoja de
un «debes
hablarme», es
importante.
Así
como el conocimiento de los
fenómenos de
«proyección» sobre
un alumno silencioso.
¿Piensa
él: «me
aburro», «tengo miedo de
hablar». «no tengo ideas
sobre esa pregunta», «lo
que están diciendo - o ese profesor
- es completamente
idiota»?
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La experiencia de este
fenómeno en el grupo mismo ayuda a algunos
docentes a tomar distancia con relación a lo
que piensan a veces de los alumnos: «ese
alumno que se reía en el fondo del
salón se reía de mí...a menos
que sea por otra razón».
Pero
ser capaz de escuchar a un alumno es
aún algo diferente y exige
una verdadera
formación,
pues cada uno tiene en
sí un receptor cuya banda de
recepción es de una cierta longitud. Ahora
bien, es posible alargar esta banda de escucha, eso
se trabaja.
-Uno puede por ejemplo partir
de la escucha de pasajes de entrevistas con
alumnos, registradas en grabadora y luego
trabajar sobre lo que cada uno ha
oído.
La diversidad de las
respuestas siempre sorprende. Es mucho más
difícil hacer descubrir que esta diversidad
está en relación con lo que cada uno
privilegia automáticamente, con lo que entra
en resonancia en el uno o en el otro.
-Es interesante igualmente
proponer a cada uno hacer una entrevista grabada
con un alumno y discutirla en grupo, o incluso
hacerla transcribir completamente para tratar de
analizar lo que ocurrió durante la
entrevista: todo no fue escuchado, a veces se ha
interrumpido al que hablaba con palabras que no
tenían interés para él, o que
incluso le hacían comprender sin que uno se
diera cuenta de él que debía
callarse.
-En el mismo orden
de ideas, se pueden utilizar
«juegos de rol». Ellos
ponen «en escena» una
situación profesional encontrada
por un participante. Éste es
ayudado a analizar por sí mismo
esta situación y a comprender un
poco mejor sus reacciones en esta
circunstancia.
Los temas del
juego de roles no faltaban:
- un
alumno reclama por su nota;
- el padre
de un alumno viene a quejarse del
escaso número de tareas
corregidas; -un colega se hace
abuchear, etc.
Esta
formación para la escucha
será particularmente útil en
el «sostén: o el
«tutorado» de los
alumnos.
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EL
AQUÍ Y AHORA
Darse cuenta de que uno
escucha menos atentamente de lo que cree, que uno
busca influir en los demás en función
tan sólo de su experiencia, es una primera
etapa.
Ahora bien, ciertos
docentes pueden tener a la vez el deseo y la
capacidad de ir más lejos y querer hacer
evolucionar su manera de ser y su propia
representación de su
disciplina.
Hay para esto diferentes
técnicas adaptadas más o menos a lo
que cada uno busca: la expresión
corporal es una de ellas. Participar en una
sesión de relajación, en la
cual se favorece la libre expresión de lo
que uno siente, es una manera de re-encontrar el
contacto consigo mismo, de escucharse, de darse
cuenta de que el cuerpo también tiene su
importancia en la clase.
En ciertas animaciones de
grupos, yo utilizo igualmente el
dibujo.(Bibliografía) Aunque no
sé nada de dibujo, encuentro que éste
es un medio excelente para hacer «tocar con la
mano» los fenómenos
inconscientes.
Pidan a los docentes
agruparse de a dos, tres o cuatro, y dibujar
juntos, sin decirse nada, un dibujo sobre una hoja
grande de papel con marcadores de diferentes
colores: es la gran risotada: « ¡volvemos
al jardín infantil! ».
Pero cuando enseguida
se habla entre todos, todo el grupo reunido, sobre
cada dibujo, sobre la manera como cada grupito se
estructuró, sobre la parte de cada uno,
sobre lo que fue simbolizado en la
utilización del espacio de la hoja, por
ejemplo, se pueden hacer varios
descubrimientos.
-Una
participante se quedó en un rinconcito
(del papel),
-o invadió
todo el espacio,
-otro partió
al encuentro de su compañero para mezclar
las formas que dibujaban juntos.
- En otro grupito,
se dividió el espacio (mediante grandes
líneas) para quedarse cada uno en el
suyo, sin comunicaciones.
Este ejercicio es casi
siempre la ocasión de comprender que muchos
aspectos en los fenómenos de
comunicación se nos escapan, y que estamos
presentes en todo lo que hacemos, y, naturalmente,
en nuestra manera de enseñar en
particular.
Otras
técnicas tales como la Cestalt o
los psicodramas permiten ir más
lejos en la implicación personal y
por tanto en la comprensión de los
fenómenos que rigen las relaciones
humanas.
En muchos lugares, se piensa
que los docentes son personas demasiado
rígidas y demasiado defensivas como para
poder querer (y acceder a) una tal
formación. La experiencia que tengo me (Voir
en français: Expérience) incita a no
aceptar esto apriori. Proponemos pasantías
de formación del personal de la
Educación Nacional.
El número importante
de inscripciones muestra por el contrario la
necesidad que sienten ciertos docentes de incluir
en su formación profesional una
formación personal que les permita adquirir
una sensibilización respecto a las
relaciones humanas.
LOS GRUPOS
BALINT
Cualquiera que sea la
formación del docente, le ocurre el
encontrarse en situaciones imprevistas: cambios
de programas, evolución más o
menos rápida de las condiciones de su
enseñanza, clases
difíciles...
En el primer caso, la
solución siempre está al alcance de
su mano; lo hemos visto, para el docente reviste
gran importancia profundizar en su disciplina.
Por el contrario, puede
encontrarse muy desorientado por ciertas
situaciones conflictivas a las cuales lo expone
frecuentemente su oficio.
Sería bueno que los
docentes tuvieran la posibilidad de encontrarse, de
exponer sus dificultades en grupos pequeños
y estables en los cuales la confianza pudiera
instalarse progresivamente.
Los grupos Balint
serían una respuesta particularmente
adaptada para aquellos que tienen necesidad, sobre
todo al comienzo de su carrera, de un lugar en el
que puedan «intercambiar» sobre las
maneras que han encontrado de resolver los
problemas (¡no solamente matemáticos!)
que les plantean algunos alumnos.
Encontrarían
allí la ayuda anhelada gracias a la
permanencia y a la competencia de un
animador.
En estos grupos, su
percepción de cada alumno «se
movilizaría» bajo la influencia de las
reflexiones de los otros participantes y el alumno
saldría beneficiado, pues esta nueva mirada
de su profesor haría «movilizar»
su relación consigo mismo, con la clase y
con el saber.
Igualmente
sería un buen medio de romper el
aislamiento de los docentes,
aislamiento deplorado por buen
número de ellos.
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